El retorno de Juan Bosch al proceso democrático: Jimmy Carter y las elecciones dominicanas

El Centro Carter contribuyó a la credibilidad electoral en República Dominicana durante las décadas de 1990 y 1996.

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El retorno de Juan Bosch al proceso democrático: Jimmy Carter y las elecciones dominicanas

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Santo Domingo.– El golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 y la Intervención Militar de los Estados Unidos de 1965 marcaron profundamente a Juan Bosch. Fueron hechos que lo hirieron políticamente y lo hicieron desconfiar de la viabilidad de los procesos electorales en la República Dominicana. Bosch repetía con frecuencia su incredulidad: "¿cómo era posible que el país modelo de la democracia mundial hiciera lo que hizo?"

Sin embargo, producida ya la ocupación, aceptó participar en las elecciones de 1966. Lo hizo con un único objetivo: que la República Dominicana retornara a la normalidad institucional y se produjera la retirada de las tropas extranjeras.

Entre 1966 y 1974, como consecuencia de los traumas de 1963 y 1965, Bosch dejó de creer en la posibilidad real de una competencia electoral democrática en el país. Fue una etapa de introspección, desconfianza y análisis histórico profundo.

El factor Jimmy Carter y su influencia en la política dominicana

Es en este contexto que aparece el elemento clave: Jimmy Carter y el cambio político dentro de los Estados Unidos.

Lo conocí personalmente en 1972, cuando era Gobernador de Georgia. Su personalidad recta, serena y humanamente sólida me produjo una impresión inmediata. Cuatro años después, en 1976, me encontré nuevamente con él y su equipo en Plains, después de su victoria presidencial.

A mi regreso le hablé a Juan Bosch sobre el personaje. Antes del primer martes de noviembre de ese año, Bosch era escéptico: descartaba que Carter pudiera ganarle al presidente republicano Gerald Ford. Pero la victoria de Carter cambió la ecuación.

Siempre he pensado que ese triunfo de Carter fue decisivo para que Juan Bosch reinsertara al Partido de la Liberación Dominicana en la lucha electoral. Bosch, quien había quedado profundamente marcado por la intervención de 1965 y el golpe de 1963, vio en Carter un aire nuevo: un Estados Unidos dispuesto a promover procesos democráticos más transparentes en América Latina y el Caribe.

A partir de ahí, Bosch condujo al PLD por las vías legales, pacíficas y democráticas en 1978, 1982, 1986, 1990 y 1994. La apertura política promovida por Carter fortaleció las posibilidades reales de competencia electoral en la región.

En noviembre de 1980, acompañé a Bosch a Nueva York. Fue la primera vez en quince años que regresaba a los Estados Unidos desde la intervención de 1965. Ese viaje fue un hito personal y político para él.

La transición democrática y la observación electoral en República Dominicana

En 1990, tanto Juan Bosch como el presidente Joaquín Balaguer aprobaron la presencia del equipo de observadores del Centro Carter. Era una elección altamente polarizada, producto del desgaste del PRD en el Gobierno (1978–1986) y del retorno de Balaguer al poder en 1986.

Pero el primer antecedente del papel de Carter en la política dominicana se dio en septiembre de 1977, cuando el presidente Balaguer fue recibido en la Casa Blanca. Balaguer y Carter acordaron —sin anunciarlo formalmente— asegurar un proceso electoral democrático en 1978. Ese compromiso permitió el ascenso del PRD con Antonio Guzmán. Bosch, sin embargo, ya no participó en ese proceso.

El PLD, fundado por Bosch en 1973 tras su salida del PRD, tenía esperanzas legítimas de que 1978 pudiera ser el regreso de Bosch a la Presidencia. Pero el curso de la historia determinaría otro desenlace.

Fue en 1996, dos décadas después de la victoria de Carter, cuando Bosch llevó finalmente al PLD a la cúspide del poder mediante una alianza estratégica con Joaquín Balaguer. Esa victoria fue el resultado de 20 años de esfuerzo continuo, disciplina doctrinal y construcción orgánica, desde 1976 hasta 1996.

    La transformación política que llevó a Carter a la Presidencia sólo se explica en el contexto de las crisis estadounidenses de la década de 1960 y principios de los 70.

    De Nixon a Carter: turbulencias en la política estadounidense.

    El 8 de agosto de 1974, entre lágrimas y en cadena nacional, Richard Nixon anunció su renuncia. Había pasado de ser una figura dominante de la política norteamericana —senador en California, vicepresidente de Dwight Eisenhower entre 1953 y 1961, dos veces candidato presidencial— a convertirse en el único presidente estadounidense obligado a dejar el cargo.

    Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, capitalizó su enorme prestigio militar para llegar a la presidencia en 1952. Su victoria puso fin a veinte años de hegemonía demócrata iniciada en 1933 con Franklin D. Roosevelt, quien gobernó su país durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1945.

    Los republicanos permanecieron en el poder hasta 1961, pero su desgaste político abrió paso a una de las etapas más intensas, conflictivas y decisivas de la historia moderna de los Estados Unidos.

    Las elecciones de 1960, 1964, 1968 y 1972 en Estados Unidos.

    En 1960, Nixon fue candidato presidencial republicano frente al joven senador demócrata John F. Kennedy. La victoria mínima de Kennedy —rodeada desde entonces de sospechas de irregularidades locales— inició un período convulso: Guerra Fría, conflicto en Vietnam, protestas civiles y magnicidios.

    1963: asesinato del presidente Kennedy.

    1964: Lyndon B. Johnson derrota abrumadoramente a Barry Goldwater.

    1968: Nixon regresa y vence a Hubert Humphrey, en medio del asesinato de Robert Kennedy y Martin Luther King.

    1972: Nixon es reelegido frente a George McGovern por un margen histórico.

    Watergate: el derrumbe final.

    El caso Watergate —el espionaje ilegal contra el Partido Demócrata y el encubrimiento desde la Casa Blanca— desencadenó una investigación bipartidista que llevó a Nixon a renunciar en 1974. Lo sustituyó Gerald Ford, quien en 1976 perdió frente al entonces casi desconocido gobernador de Georgia: Jimmy Carter.

    El ascenso de Jimmy Carter.

    Jimmy Carter, ajeno al establishment de Washington, ganó credibilidad durante las primarias de 1976 con un mensaje de honestidad y renovación moral. Gobernó entre 1977 y 1981, enfrentando crisis energéticas, tensiones internacionales y desafíos económicos, pero dejó una huella ética profunda.

    Concluida su presidencia, Carter inició una etapa mundialmente reconocida como mediador, promotor humanitario y observador electoral.

    Lo conocí personalmente en junio de 1972, cuando lo visité en Atlanta con un grupo de periodistas latinoamericanos.

    Carter y la República Dominicana.

    1. La transición de 1978.

    Como presidente, Carter respaldó discretamente la transición que permitió el traspaso democrático del poder de Joaquín Balaguer a Antonio Guzmán en 1978.

      2. El año 1990.

      En 1990, su presencia como observador electoral fue decisiva. Aquel proceso fue altamente conflictivo. De no haber estado Carter y su equipo, la República Dominicana pudo haber enfrentado una crisis poselectoral seria. El Informe Carter sobre las elecciones de 1990, disponible públicamente, explica con claridad lo ocurrido y desmonta falsedades.

      3. 1996.

      En 1996, Carter regresó como observador. Su presencia fortaleció la credibilidad del proceso que llevó a Leonel Fernández a la Presidencia.

      Carter, su legado final y su despedida.

      El 1 de octubre de 2023, Jimmy Carter cumplió 99 años de edad. Ese día le escribí personalmente para felicitarlo, recordando el aprecio que cultivé desde que lo conocí en 1972. Un año más tarde, en diciembre de 2024, falleció, cerrando casi un siglo de vida pública ejemplar.

      Su legado permanece especialmente vivo en países como el nuestro, donde jugó un rol de árbitro moral en momentos decisivos. Carter ayudó a encauzar procesos electorales cruciales —1990 y 1996— y contribuyó al tránsito democrático de 1978. Su nombre está unido para siempre a la evolución institucional de la República Dominicana.

      Victor Grimaldi Céspedes

      Victor Grimaldi Céspedes

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