Dos Minutos: El oficio de gobernar

Se destaca la necesidad de fortalecer las instituciones con decisiones que trasciendan la coyuntura y la popularidad.

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Dos Minutos: El oficio de gobernar

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Gobernar no es un ejercicio de simpatía momentánea ni una competencia por likes. Dirigir un país implica tomar decisiones que, en ocasiones, sacrifican imagen e incluso reputación en el corto plazo.

Pero esa es precisamente la diferencia entre administrar la coyuntura y ejercer un verdadero liderazgo de Estado.

Hoy, en un ecosistema saturado por la inmediatez, donde una tendencia en redes sociales puede distorsionar prioridades y generar presiones artificiales, se vuelve más urgente recordar que un gobierno no debe ser rehén del ánimo volátil de la conversación digital.

Las redes sociales cumplen un rol valioso: alertan, amplifican y ponen temas sobre la mesa, pero también pueden producir espejismos, exagerar ruidos y manipular percepciones.

Un Estado no puede gobernar mirando cada minuto el termómetro de la popularidad ni ajustando políticas solo para evitar críticas pasajeras.

La responsabilidad mayor es proyectar acciones en el mediano y largo plazo, aunque no siempre reciban aplausos inmediatos. Un estadista entiende que el corto plazo es tentador, pero engañoso.

La trampa es gobernar para sobrevivir el próximo ciclo de tendencias y no para construir resultados sostenibles.

El país necesita firmeza, claridad y visión estratégica, no decisiones dictadas por la presión emocional del momento. Gobernar es, al final, hacer que las cosas sucedan aun cuando cueste reputación temporal.

El liderazgo se demuestra con decisiones que fortalezcan las instituciones, aunque no generen trending topics favorables. Un gobierno que gobierna en vez de reaccionar es el que finalmente deja huellas.


Víctor Bautista

Víctor Bautista

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