Negocios digitales y autonomía femenina: el modelo de Fía Rivera en un contexto que aún avanza lento

Fía Rivera promueve la autonomía femenina a través de negocios digitales en un entorno que presenta avances limitados.

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Negocios digitales y autonomía femenina: el modelo de Fía Rivera en un contexto que aún avanza lento

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Redacción Internacional.– En América Latina, una de cada cinco mujeres económicamente activas ha intentado crear un negocio propio en los últimos tres años. Sin embargo, solo una parte logra sostenerlo más allá de los primeros doce meses. Las causas se repiten: falta de estructura, poca formación en gestión y escaso acceso a redes o capital. En ese escenario, los negocios digitales se presentan como una alternativa viable. Reducen costos, amplían mercados y permiten mayor flexibilidad. Pero, como explica la emprendedora argentina Fía Rivera, "internet no garantiza resultados, lo que marca la diferencia es el método".

Rivera se ha convertido en una voz frecuente cuando se habla de mujeres que monetizan su conocimiento en línea. Su propuesta parte de una idea sencilla: cualquier habilidad o experiencia puede transformarse en un producto digital, siempre que exista claridad en cómo se ofrece y a quién se dirige. No es una teoría nueva, pero sí una que ha encontrado terreno fértil entre mujeres que buscan independencia económica sin abandonar otras responsabilidades.

¿Qué desafíos enfrentan las mujeres emprendedoras en América Latina?

Los estudios del Global Entrepreneurship Monitor muestran que la región tiene una de las tasas más altas de emprendimiento femenino por necesidad. Esto significa que muchas mujeres no emprenden por elección estratégica, sino porque no encuentran empleos que les permitan equilibrar trabajo y vida familiar. En ese contexto, el entorno digital aparece como una puerta abierta. Sin embargo, la falta de educación empresarial básica sigue siendo una barrera. Rivera, desde su plataforma educativa, intenta cubrir ese vacío con programas que mezclan desarrollo personal y formación técnica.

Su método se centra en cuatro variables que ya se han vuelto su sello: mentalidad, hábitos, vehículo de negocio y oferta irresistible. A primera vista suenan como conceptos de autoayuda, pero en su aplicación práctica se traducen en planificación, organización del tiempo, elección de modelo y comunicación comercial. En otras palabras, estructura y ejecución.

El impacto de este tipo de formación no es menor. Muchas de las mujeres que participan en sus programas no tienen antecedentes empresariales. Son profesionales que buscan independencia, madres que desean trabajar desde casa o jóvenes que intentan monetizar lo que saben hacer. Rivera insiste en que no se trata de "hacerse viral" ni de vivir del algoritmo, sino de construir procesos sostenibles. En sus palabras, "las vistas no pagan facturas, los sistemas sí".

Más allá de su propio proyecto, el fenómeno del emprendimiento digital femenino refleja un cambio de mentalidad regional. En los últimos cinco años, las búsquedas relacionadas con "trabajo remoto" y "negocio online" en español aumentaron más del 200 %, según datos de Google Trends.

La pandemia aceleró la digitalización y normalizó el uso de plataformas para ofrecer servicios y cursos. Lo que antes parecía exclusivo de economías desarrolladas se ha vuelto parte del día a día en ciudades medianas y pequeñas de la región.

¿Cómo contribuye el emprendimiento digital a la independencia económica femenina?

No obstante, el crecimiento no está exento de desafíos. La brecha tecnológica, el acceso desigual a dispositivos y la sobrecarga doméstica siguen limitando la participación plena de las mujeres en la economía digital. Rivera lo menciona con frecuencia: "El problema no es aprender una herramienta, es tener el espacio mental y físico para aplicarla". Esa observación resume uno de los dilemas del momento: la digitalización abre oportunidades, pero no resuelve de fondo las condiciones estructurales.

A pesar de ello, los avances son visibles. Las comunidades de mujeres emprendedoras se multiplican en redes sociales. Hay espacios de formación, colaboración y mentoría que hace una década eran inexistentes.

    Rivera forma parte de esa red informal que combina educación, acompañamiento y profesionalización. Su estilo directo, enfocado en resultados medibles, contrasta con la tendencia de los mensajes motivacionales vacíos que abundan en el ecosistema online.

    Para algunas analistas, este fenómeno marca una nueva etapa del emprendimiento en América Latina: la transición del esfuerzo individual hacia modelos replicables y sostenibles. Ya no se trata solo de vender un producto o servicio, sino de diseñar un sistema que permita estabilidad. En esa línea, el trabajo de Fía Rivera encaja como una propuesta práctica dentro de un problema estructural mayor: la necesidad de ofrecer educación empresarial accesible, especialmente para mujeres que no cuentan con formación previa.

    El crecimiento de los negocios digitales no es la solución a todas las brechas, pero sí una herramienta concreta. Mientras las instituciones avanzan lentamente, son iniciativas como la de Rivera las que demuestran que la transformación puede empezar desde lo cotidiano: una computadora, conexión a internet y la decisión de profesionalizar lo que antes era solo una idea.




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