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La lección política de las elecciones haitianas

Acabamos de recibir una Lección Política importante de la clase Política y social haitiana. Obligaron al Gobierno circular de Michel Martelly, a suspender la segunda vuelta electoral en Haití. Demostraron a la ONU, a la OEA, a la UNION EUROPEA y al Enviado Especial para Haití de los Estados Unidos y de la ONU, el Presidente Clinton, donde reside el Poder Político real, en ese País.

Sorprende a los laicos, en la política haitiana, esta conducta del pueblo y de la sociedad de ese País. Pues quienes desconocen la historia y la dinámica política y social de Haití, cometen muchos errores al evaluar, desde sus propios prejuicios políticos, la situación de esa Nación.

Piensan los estrategas de la comunidad internacional y los Centros de Políticas Internacionales que, porque en Haití la clase política es amorfa y sin presencia institucional, a nivel de partidos, que esta es inexistente. Esa clase política haitiana esta y permanece camuflada en organizaciones de la sociedad civil. Así cuida su identidad para convivir en ese campo gravitatorio plagado de desconfianza y hostilidad, entre las fuerzas y los grupos operativos del Poder.

Pensaba el Presidente Martelly, y los grupos internacionales que le sustentan fácticamente en el poder posicional del Estado, que con duplicar el sueldo a los miembros del Consejo Provisional Electoral, conseguirían manipular este Órgano Electoral. Sucedió todo lo contrario, vino la renuncia irrevocable, de cuatro de los siete  miembros, con lo cual era evidente el fracaso.

Deseaba un Consejo Provisional Electoral a su manera, con lo que provocó mayor indignación en la oposición y en el Senado. Un Senado  dirigido por un Senador de la oposición. La oposición, en bloque y sin fisuras, se retiró de la segunda vuelta, creando un tranque táctico al proceso, y con esta decisión dejo a Martelly, y a los grupos internacionales sin opciones políticas alternativas.

Sentía su orgullo herido el Presidente Martelly, y daba rienda suelta a su vanidad política y electoral, pues pensaba que detentaba el Poder Político y Social Haitiano. Confundía la potestad que le daba el cargo, con el Poder. Tarde descubrió que el apoyo de la ONU, de la OEA, de la Unión Europea y de Clinton, en la depredación de Haití, tenía fecha de caducidad.

Ardían en llamas las calles haitiana, agitadas por la mezcla de rabia política y vudú, la religión tangencial haitiana. Se quebraban todos los pronósticos y las expectativas de Martelly y sus grupos de soporte, le daban los haitianos una lección política, igual que la de Guatemala a la región. Nos demostraban, una vez más, que hacen los pueblos con los Presidentes tiranos, sacarles del Poder con la Rebelión.

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